El festival Loserville en el Estadio Fray Nano se convirtió en el punto de encuentro del nu metal, con mosh pits descontrolados y un emotivo tributo al bajista Sam Rivers.

La noche del sábado 29 de noviembre de 2025, la capital mexicana revivió la era dorada del nu metal con la presentación estelar de Limp Bizkit en el marco de su Loserville: Gringo Papi Tour. A pesar de un cambio de sede de último minuto al Estadio Fray Nano (que resultó ser un acierto logístico para la audiencia), el mini-festival fue un estallido de energía pura.

El lineup de lujo incluyó a figuras de alto calibre como Bullet For My Valentine y 311, quienes prepararon el terreno para la llegada de la banda encabezada por Fred Durst.

Con la inconfundible voz de Dee Snider al frente, la banda conquistó al mundo con clásicos que definieron una era:

Un Setlist de Clásicos para Encender el Mosh Pit
Desde el primer riff de Wes Borland y la aparición de Fred Durst con su ya icónica gorra (en esta ocasión color gris), el público se entregó a la euforia. Limp Bizkit ofreció un setlist que fue un golpe directo a la nostalgia, priorizando los himnos que definieron una generación.

Temas como «Rollin’ (Air Raid Vehicle)», «Nookie», «My Generation» y la explosiva «Break Stuff» (interpretada dos veces para cerrar el show) hicieron vibrar al Estadio Fray Nano con mosh pits incesantes y coros a todo pulmón. No faltó la faceta más reciente de la banda con el hit «Dad Vibes» ni sus célebres covers de «Behind Blue Eyes» (The Who) y «Faith» (George Michael), demostrando su mezcla característica de humor y agresividad.

El Corazón de la Noche: Tributo a Sam Rivers
Más allá de la fiesta, la noche estuvo marcada por un profundo sentido de homenaje. Recientemente, la banda y la comunidad del nu metal sufrieron la sensible pérdida del bajista fundador Sam Rivers.

El concierto fue, en gran medida, una celebración de su vida y legado. En un momento cumbre, la banda se reunió en el escenario para presenciar junto a la multitud un emotivo video tributo, un gesto que conectó a la banda y a sus seguidores en un sentimiento colectivo. Además, Fred Durst mantuvo su famosa interacción con el público, invitando a varios fans a subir al escenario para cantar versos del clásico «Full Nelson», reafirmando el espíritu de comunidad del género.

La visita de Limp Bizkit a México fue más que un simple concierto; fue una catarsis colectiva y un poderoso recordatorio de que el nu metal sigue siendo una fuerza vital e irreverente en la escena global.

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